Una desgarbada figura a caballo, otra achaparrada a lomos de un burro y la idea más o menos clara de alguna de las disparatadas aventuras en las que ambos tipos se ven envueltos responde a ese esbozo general que, sin necesidad de haberlo leído nunca, puede tenerse de «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» (1605 y 1615) de Miguel de Cervantes (España, 1547-1616). Han sido revisados, reciclados, reeditados tantos momentos y escenas, personajes, formas y maneras de esta obra que este mínimo común es prácticamente esperable en todo hijo de vecino.
Leerla es, evidentemente, punto y aparte.
Hay frases que suelen escucharse referidas al Quijote: que la realidad es la mayor de las ficciones, que es la obra fundacional de la novela moderna, que es el mejor libro de humor jamás escrito, que incluye la práctica totalidad de géneros literarios, que es el más sublime exponente de las posibilidades expresivas de la lengua española, que es el más universal de todos los textos literarios compuestos…
Ahora, como lectores y parte de un grupo de lectura, nos toca remangarnos y probar cuánta razón tienen estas afirmaciones. «En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme» es el comienzo de una aventura que avanza en paralelo a su negativo, la desventura, desdoblamiento que Cervantes desarrolla con maestría.
Selección de capítulos que trataremos en la tertulia
Fragmentos de discursos impartidos por autoras y autores galardonados con el Premio Cervantes
Ida Vitale, Premio Cervantes 2019
«Toda la gracia proviene de que el Quijote haga de las suyas. Radica en ello su razón de ser, el más sutil de los méritos de la obra. Nos reclama la inacabable virtud del libro: exigirnos la fidelidad atemporal a lo que, lector tras lector y época tras época, se ha ido consagrando, como un venerable sostén de la herencia humana»
Ana María Matute, Premio Cervantes 2010
“Érase una vez un hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e inventaba la vida. San Juan dijo: “el que no ama está muerto” y yo me atrevo a decir: “el que no inventa, no vive”. […] aquel soñador […] inventó sensibilidad, inteligencia y acaso bondad -el don más raro de este mundo- en una criatura carente de todos esos atributos”
Juan Marsé, Premio Cervantes 2008
“Si recuerdo bien, al tercer intento lo leí de cabo a rabo. Tardes enteras de domingo sentado en los bancos ondulados del parque Güell, en el otoño del 49, bajo un sol rojizo y en medio de un griterío de niños jugando en la plaza entre nubes de polvo. Una lectura germinal. Y siempre que he revisitado el libro, esa impresión germinal ha persistido. En el corazón del protagonista que no distingue entre apariencia y realidad, anida, como es bien sabido, el germen y el fundamento de la ficción moderna en todas sus variantes. Por supuesto, el lector adolescente no se paró a pensar en eso. Ninguna teoría le distrajo entonces de unas aventuras tan descomunales y descacharrantes, sujetas a tantos desencantos y amarguras, pero hoy le gusta pensar que algo percibió de aquel prodigio fundacional, del remoto primer deslumbramiento que supuso aquella lectura”.
Mario Vargas Llosa, Premio Cervantes 1994
El Quijote «ha convertido en práctica cotidiana esa ficción que el común de los mortales necesita también para rellenar los vacíos de la vida pero sólo visita a ratos, cuando sueña, lee o asiste a un espectáculo, es decir, cuando se desdobla, ayudado por la imaginación»
Próxima tertulia
- Sábado, 25 de mayo
- 16 horas
- Café de la Schwartszsche Villa