Pocos como Roald Dahl consiguen llevar al lector a incomodarse, a la vez que desear vivamente seguir pegado a las líneas de sus historias. Para muestra, un botón que lleva el nombre de "El hombre del sur". No es mi intención reventar el argumento. Valga decir que hay una apuesta entre medias con un componente fáustico que sirve de aderezo. La historia cautivó a Hitchcock y Tarantino. Seguramente a ti también.
